En España no hay partidos democráticos

This post is written in Spanish because it concerns mainly spanish politics. I can translate it to English if there is an interested audience.

Bajo esta premisa que defiendo existe, al menos, desde la transición española, abordaré a continuación la razón por la que nos ha tocado repetir elecciones y por qué el proceso electoral en España es tan poco responsable con los ciudadanos.

Esto lleva siendo cierto, como digo, desde la transición, pero ahora es inconmensurablemente más evidente con la rotura del aparente bipartidismo.

Hasta ahora, todos los partidos han luchado en sus elecciones por la presidencia de la nación, cosa que, en un primer orden de cosas sería absurda si nuestros partidos fuesen democráticos, ya que nuestro proceso electoral sólo permite a los ciudadanos votar la Legislatura, no al órgano ejecutivo. Por si no puedo esperar una reflexión por parte del lector, aquí le dejo una: democráticamente, el poder ejecutivo debería de ser elegido, no impuesto por aquel que “gane” las elecciones (¿que es ganar, en cualquier caso? ¿llegar al 34%?).

Continuemos.

Si tuviésemos partidos con un espíritu democrático, no se habrían repetido elecciones. Y menos teniendo en cuenta de dónde han surgido estos colores nuevos. Recordemos que Podemos salió de un movimiento popular socialista y Ciudadanos de la respuesta empresarial a un interés en el liberalismo (en oposición al interés intervencionista del Partido Popular). Pero a pesar de la contradicción aparente, ambos partidos surgieron y recabaron apoyos significativos por una razón fundamental: el descontento general con la gestión ejecutiva y las proposiciones legislativas del Partido Popular.

Todos ellos hablaban en la primera campaña de un enemigo común y de por qué ellos eran los indicados y mejores para un cambio.

Pero ninguno obtuvo un apoyo suficiente para legitimizar esa cruzada particular. Unos y otros, por diferentes razones individuales de estrategia pero que colectivamente y sin perder generalidad llamaré Ego, conllevaron a un bloqueo para la formación de gobierno, que culminó en una necesidad de repetir elecciones. A pesar o tal vez debido a la expectación al respecto, los segundos resultados no mejoran a los primeros salvo los de ese partido contra el que todos estaban.

Es muy fácil proponer lecturas a posteri de lo ocurrido, pero si fuesen tan lógicas estas lecturas, significaría que habrían sido previsibles y no habríamos llegado a esto.

En cualquier caso, aquí estamos. Podríamos haber achacado esta repetición a la necesidad de Ego de cada partido: determinar que su programa, su ideología y su líder es el mejor, más guapo y más representativo de los españoles. Y eso es una forma de pensar muy propia de los madrileños, y de los individuos que acaban asentándose en la capital del Estado, por razones que son meritorias de otro artículo entero, y que no voy a profundizar aquí.

Vemos que, a pesar de tener una meta última superior: desalojar al actual gobierno en funciones del poder ejecutivo, ahora lo que están es decidiendo entre telares quién tiene que abstenerse para que pueda postergar su mandato, con el que los ciudadanos (recordemos, interés general, bla bla) han expresado su descontento.

Lamentablemente para Podemos, no han conseguido el incremento en votos que esperaban y que era su estrategia de base para unas mejores condiciones de negociación. Lamentablemente para el PSOE, ha reducido aún más su capacidad de maniobra (aunque se empeñen en decir “y tú más” cuando les hablan de los votos perdidos).

Y lamentablemente para Ciudadanos, sus negocios con el PP por los sillones deslegitimizan en parte su discurso de “no vamos a negociar sillones”. Qué putada. Partidos nuevos haciendo vieja política. Menuda novedad.

Perdón, que me descentro. Quería dirigir la conversación hacia las posibilidades de gobernar democráticamente. Lo voy a repetir, para no dejar dudas de lo que he escrito, y entender lo que va a venir a continuación: gobernar democráticamente.

¿Qué significa esto?

Significa no pactar para que uno se coma el rosco mientras los demás miran. Significa ponerse de acuerdo, no puntualmente, sino en el marco general del poder Ejecutivo. Significa entender también que Oposición, en la Legislatura, no significa, como podría pensar el que solo lea el significado etimológico, oponerse a todo lo que presente el gobierno y presentar iniciativas populistas que el gobierno solo pueda oponer en la coyuntura actual. Significa dar otra opinión, un contrapunto, y velar por el interés general. Y a veces, transigir es más razonable que otra cosa.

¿Cómo podrían comerse el rosco todos?

– Pero con esos programas tan distintos…

Se ve que usted no se ha leído los programas. En primer lugar, tendría que decir que sería razonable que cualquiera de los partidos iniciase este diálogo (aunque pueda ser más legítimo que lo haga el PSOE por tener la mayoría de la oposición; pero cualquier otro encontraría razones que lo legitimizasen, y que dejo como ejercicio al lector afiliado a cada uno de ellos).

Una vez tengamos un moderador, que haga una lectura rápida de los programas de cada uno, podrá ver, de forma consistente con lo que cualquiera hayamos podido leer o escuchar de sus respectivas campañas: los tres partidos están de acuerdo en diversas cosas. Y en las que no, al menos dos sí (recordemos: transigir).

Por ejemplo, y sin que este análisis simplista empobrezca el resto del texto:

Suponiendo un PSOE que organizase este consenso, podría ser razonable que Ciudadanos tuviese control sobre el Ministerio de Hacienda, al final, son ellos los que más han explorado esta vía en campaña, y los que defienden más a menudo que en sus filas sus estatutos prohiben que haya ningún imputado por corrupción. Unidos Podemos no debería de tener un problema en conceder este ministerio a un partido que ha luchado más activamente por él que ellos. Sin embargo, a estos últimos sería razonable ofrececerles Cultura y Educación: no solo porque haya que derogar la LOMCE, que eso lo puede hacer cualquiera; sino porque tienen más personal que ha salido de la universidad y, por ello, podemos pensar que están más cerca del sector educativo que los otros partidos, y de las necesidades reales de la educación de nuestra gente pequeña. En aquellos lugares en donde hubiese un conflicto, por ejemplo, en Economía, tenemos dos posibilidades.

Por supuesto, en primer lugar, está la visión utópica, e irrealizable, de pensar que podría llegarse a un acuerdo, poniendo a un ministro de un color, pero a asesores y jefes de sección de otros colores. Por supuesto, esto podría hincar negativamente en el ego de cada uno tanto que es en mi opinión impensable que suceda (¿pero a que estaría bien?).

La otra posibilidad es que alguien acabe consiguiéndolo (e.g., todos tienen que votar a uno de los tres y no pueden votarse a si mismos), y que los demás se desvinculen de lo que ocurra públicamente en ese ministerio y sea todo culpa de aquel que lo ostente (un arma de doble filo muy jugosa para todos en política).

En cualquier caso, salvo eventualidades puntuales (como la irracionalidad de vincular Inteligencia a la Vicepresidencia del Gobierno: un movimiento bastante evidente para evitar un pacto y conseguir llegar a unas segundas elecciones), cualquier acuerdo al que se llegase al respecto, y que llevase a una pluralidad de colores en el Ejecutivo sería más razonable que lo que hemos tenido hasta ahora.

¿Por qué?

Porque tener un poder ejecutivo monocromo, como resultado de un poder legislativo monocromo implica una nefasta separación de poderes. Podríamos verla como una dictadura en la que el dictador es votado por sufragio universal cada cuatro años. Pero tiene carta blanca para legislar y ejecutar, así como realizar acuerdos internacionales. Si queremos entrar en democracia, hablar con propiedad de cuestiones como el Estado de Derecho, o poder empezar a quitarle este olor a muerto que tienen los partidos del gobierno central, este año es un buen año para empezar. Todavía hay mucho que limpiar transición: hace falta un espectro de partidos que deje de repetirse en el “y tú peor/y yo mejor”, sobre todo con el ambiente funesto y xenófobo que se está tejiendo en Europa y el mundo.

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